Con esta obra, represento la vinculación que existe entre el arte, la ciencia y la mística a lo largo de la historia, desde los orígenes de nuestras civilizaciones, como la de caral, hasta la geometría fractal, pasando por los egipcios y los nazca.
Muestro en su interior, a los sólidos platónicos, quienes representan a cada uno de los elementos de la naturaleza, como la tierra, el fuego, el aire, el agua y el éter; junto con las estaciones del año que originan la unión de estos elementos. Mismas estaciones que el hombre siempre ha observado mediante el uso de diferentes tecnologías, para poder predecir su llegada y así gestionar eficientemente los recursos para el beneficio de su sociedad.
El ser humano, representaba el conocimiento adquirido mediante la observación y la experimentación a través de monumentos, templos e imágenes, que tenían un fin de representación de lo «sobre-natural», de los místico, de lo divino. Esta representación siempre ha estado presente y aún, hasta hoy, se encuentra «viva», gracias a ella, podemos hablar de más de tres dimensiones, de la «idea» del átomo, del fotón, de la luz, etc.
Somos la suma de los humanos que lograron expresar su imaginación en su arte o en ciencia, comunicándola a través de los siglos, en una espiral creciente, que busca entender aquello que nos creó.
Los invito, queridos míos, a seguir formando esta sucesión de eslabones, por un mañana mejor.